Donde viven los monstruos. El libro cuento de Maurice Sendak

Where the wild things are

Maurice Sendak (textos e ilustraciones) 1963 Ed. Kalandraka

Donde viven los monstruos

Estamos ante una joya de los álbumes ilustrados infantiles.

Ya era popular, sobre todo en EEUU, pero tuvo su difusión masiva a nivel mundial desde la película homónima de Spike Jonce del año 2008En la actualidad lleva cerca de 20 millones de copias vendidas en todo el orbe.

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Primero vi la peli y después el libro. La primera tiene elementos muy sugerentes pero se hace pesada, larga; el cuento, en el que está basado el film, es magistral.

El álbum lo tiene todo: una trama, en apariencia simple, pero que introduce sabiamente la complejidad del mundo para ser absorbida por el niño-lector, esbozando una realidad donde nada es negro ni blanco y todo está preñado de profundidad.

Un viaje iniciático a través de diversos niveles de realidad: entre la vigilia y el sueño, entre lo real y lo fantástico, entre lo consciente y lo inconsciente…

Ese viaje es maravillosamente desarrollado por Sendak en la propia habitación del niño.

Maurice Sendak

Maurice Sendak vivió una infancia difícil marcada por la enfermedad, por el exterminio nazi de los judíos,

El Holocausto ha corrido como un río de sangre por todos mis libros

por una homosexualidad que no reconocería públicamente hasta el año 2008 a los 80 años, cosa que nunca fue capaz de reconocer a su madre.

El papel de ella es conspicuo en el panorama disfuncional de su primera etapa de vida que le marcaría para siempre.

Para este post voy a aprovechar una entrevista que concedío a The Guardian algo antes de morir. Con respecto al papel de su madre en su infancia afirmó:

Mi madre era tan desconcertante y extraña. Vivía en otro mundo, no sé lo que sabía [sobre mi homosexualidad].

Recuerdo cuando mi hermano se estaba muriendo, me miró y tenía los ojos llorosos. Y él dijo: ‘¿Por qué fuimos tan desagradables con mamá?’ Y yo dije, ‘No hagas eso. Éramos niños, no entendíamos. No sabíamos que estaba loca

Como remarcaban en The Guardian:

Si hubiera venido de un hogar feliz –dice Sendak- nunca me hubiera convertido en artista, al menos no en el tipo de artista que es. Los libros ilustrados de Sendak reconocen los terrores de la infancia, cuán cruel y solitaria puede ser.

Estoy totalmente loco, lo sé. No digo eso para ser un listillo, pero sé que esa es la esencia misma de lo que hace que mi trabajo sea bueno. Y sé que mi trabajo es bueno. No a todos les gusta, está bien. No lo hago para todos. O para algunos en especial. Lo hago porque no puedo dejar de hacerlo.

Eso es lo que me gusta más de Sendak, no nos traza un relato amable, edulcorado de la infancia, nos habla de la vida en su complejidad y cómo el niño la enfrenta buscando la protección, en su caso protección en un mundo de sombras.

A lo largo de la entrevista de The Guardian toma partido por su particular forma de narrar:

Me niego a mentirle a los niños, dice SendakMe niego a atender a la mierda de la inocencia.

Este cuento nos habla de cómo a veces, cuando la realidad se nos hace difícil, intolerable, nos retiramos a partes pobladas de monstruos y de oscuridad que habitan en nuestra psique y, siempre, a través del amor, iniciamos el camino de vuelta donde nos espera la redención aunque esta implique que arrastremos cicatrices en el corazón.

El amor de nuestra madre, más allá de su disfuncional progenitora, es la metáfora de la protección y de ese amor sin reservas donde uno vuelve una y otra vez a lo largo de la vida.

Un aprendizaje y un premio. Recomendadísimo.