Diferencias entre álbum ilustrado y libro ilustrado

Todos los amantes de la literatura ilustrada se encuentran en serios aprietos a la hora de establecer las diferencias entre álbum ilustrado y libro ilustrado. Si tu eres uno de ellos has llegado al lugar adecuado.

El gran problema es que esas diferencias, en muchos casos, son puramente didácticas o tan terriblemente sutiles que, a la hora de establecer la diferenciación dejan de tener vigencia, sobre todo porque la realidad del álbum ilustrado es tan compleja y diversa que, a la hora de establecer sus límites continuamente se nos está escapando de las manos como una pastilla de jabón mojada.

A pesar de ello sí que hay rasgos distintivos que nos pueden servir en nuestro propósito.

No perdamos tiempo, metamos las manos en la harina: hay mucho que amasar.

¿Qué es un álbum ilustrado?

Empiezo por dos definiciones que Annabel Martínez Zamora recoge en su magnífico trabajo fin de grado: El álbum como herramienta pedagógica: propuesta para la mejora de la identidad personal que voy a usar a lo largo de este texto y de todo el blog).

La de Barbara Bader: “Un álbum es texto, ilustraciones, diseño total; una pieza fabricada y un producto comercial; un documento social, cultural e histórico y, sobre todo, una experiencia para el niño. Como forma de arte, gira en torno a la interdependencia de imágenes y palabras, al juego simultáneo de dos páginas enfrentadas y a la emoción que supone pasar la página”.

La de Van der Linden“El álbum es un soporte de expresión cuya unidad primera es la doble página, sobre la cual se inscriben, en interacción, imágenes y texto, y en el que el encadenamiento de página en página es articulado.”

Ambas barren el complejo espectro de significaciones y realidades básicas que nos van a ayudar a establecer una por una las diferencias entre el álbum ilustrado y el libro ilustrado.

Evolución histórica

El álbum ilustrado es una realidad novedosa que se impone en la actualidad como objeto comercial y de culto.

Cómo ya abundábamos en la home de este blog recogiendo lo expresado en el artículo de El País en Un nuevo mundo ilustrado

Fue en Salamanca, en 1997, en un acto de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Allí unos cuantos editores acuñamos el término “álbum ilustrado”, recuerda el editor Samuel Alonso.

Se desarrolla plenamente en el mundo actual quizá por la gran cultura visual con la que cargamos a nuestras espaldas que hace que este formato hecho para ser visto se haya expandido con la extremada virulencia con que lo hace en la actualidad

El libro ilustrado es una realidad antigua. Probablemente desde que se originó la escritura ya llevaba asociada ilustraciones que ayudaban al texto a completarse a hacerle llegar más lejos.

La ilustración forma parte de los primero pasos de la especie humana y antecede con mucho a la escritura. Si los primeros escritos del hombre se datan entre el V al VI milenio antes de nuestra era (finales del Paleolítico superior, principios del Neolítico) las primeras pinturas rupestres (seguro que las hay anteriores) han llegado a ser datadas en algunas cuevas europeas en 68.000 mil años de antigüedad, posiblemente desarrolladas por una especie prima hermana de la nuestra, los neandertales .

El dibujo es un medio de contar historias que siempre nos ha acompañado. La palabra escrita surge mucho después pero rápidamente se consolida como el vehículo fundamental a la hora de transmitir y perpetuar nuestra cultura, por su puesto, a la hora de crear relatos narrativos que nos hagan vibrar, emocionarnos, aprender y experimentar emociones y significados importantes que nos proveen para la vida.

Esa trayectoria, en lo que al arte de contar historias en el formato editorial se refiere, termina de cruzar sus caminos apoteósicamente en el libro álbum ilustrado.

La narración

El álbum ilustrado es, habitualmente, un género narrativo. Con lo de habitual quiero establecer una visión general. Para complicar las cosas el álbum ilustrado, puede no ser narrativo como, por ejemplo, abecedarios ilustrados.

Pues su naturaleza híbrida (que le confiere la utilización de dos códigos y la confluencia de diferentes tradiciones en su forma actual) rechaza las definiciones reductoras que dejarían fuera alguna de sus posibles y variadísimas manifestaciones: existen álbumes narrativos y otros que no lo son; además hay tipos de álbumes, como los libros de contar, los abecedarios, los pop-up.

Yo enarbolo una “definición reductora” porque la imagen del álbum ilustrado que todos llevamos en la cabeza es generalmente un formato narrativo independientemente de que existan excepciones.

Nos quedamos con la definición de la RAE de “narrar”: “1. tr. Contar, referir lo sucedido, o un hecho o una historia ficticios”.

El libro álbum busca contar cuentos, relatos, fábulas, etc. Establecer un proceso narrativo en el que, a través de exponer la peripecia de una persona o grupo de personas (también animales, monstruos, por qué no, bacterias o virus alienígenas, en la mayoría de los casos seres vivos, aunque también podría excederse esa premisa) se esboza una temática, un argumento, unas preguntas vinculadas a esa peripecia que no solo esboza ideas y reflexiones, sino que las vincula fuertemente a una experiencia emocional catártica.

El libro ilustrado puede ser narrativo, pero puede no serlo. De hecho ha sido habitual que no lo haya sido, por ejemplo en el caso de publicaciones botánicas, ornitológicas, atlas geográficos, tratados de anatomía, manuales de ingeniería, etc.

Claro que existe el libro ilustrado narrativo: los cantares de gesta, las novelas y las poesías se han ilustrado siempre. Pero la gran diferencia entre el álbum y el libro ilustrado es la relación que se establece entre texto e imágenes y la preponderancia de una de esas realidades.

Importancia de las imágenes y relaciones con el texto

En el libro ilustrado nos encontramos con una relación desigual entre el texto y las imágenes primando, en la inmensa mayoría de los casos, el primero sobre las segundas.

En general, en estas creaciones editoriales, el texto lleva todo el peso de la narración y las imágenes constituyen adornos, elementos secundarios a la hora de articular el relato. En los casos más extremos se puede llegar a eliminar las imágenes sin que afecte a la narración: se puede prescindir de ellas.

El álbum ilustrado es un formato esencialmente visual donde la imagen suele tener un gran peso de lo que se quiere contar y los textos suelen estar completamente supeditados a las imágenes pudiendo crearse álbumes ilustrados que carecen por completo de palabras escritas.

Hay que decir que esa relación no es siempre así y que se pueden dar muchos ejemplos de álbumes en los que la palabra es igual de importante que las ilustraciones pero es complicado que las palabras tomen el mando.

Es interesante reflexionar en cómo se crean los recursos gráficos y lingüísticos en libros y álbumes ilustrados.

En los primeros, en la mayoría de los casos, se crea en primer lugar los contenidos escritos y después las ilustraciones; en los segundos suele depender del proceso de creación y de la naturaleza de los propios creadores: cuando hay un único autor de textos e ilustraciones, el proceso suele ser simultáneo, aunque hay autores que empiezan con el guión (más que con el guión suelen hacerlo con la escaleta, un resumen esquemático de aquel) y otros empiezan con el storyboard (en la mayoría de los casos, abocetado) y después escriben los textos.

Cuando hay dos creadores del álbum: escritor e ilustrador, se suele empezar por el guión aunque no es infrecuente que, el autor de la parte escrita lo haga una vez que están terminadas las ilustraciones.

A pesar de todo, podemos asumir que en la elaboración del álbum ilustrado se tiende a la simultaneidad (según la RAE “simultaneidad”: 1. adj. Dicho de una cosa: Que se hace u ocurre al mismo tiempo que otra) porque, independientemente, que se empiece por una escaleta o por un story board, los autores (ya sean uno o varios) siempre tienden puentes mentales, virtuales, entre lo visual y lo escrito. Nunca pierden de vista esa relación mientras crean el álbum.

Una buena prueba de ello es que la manera de escribir un álbum ilustrado es mediante el guión que en es un medio donde la palabra está al servicio de las imágenes que representa,a las que antecede, y no al revés. El guionista trabaja con imágenes mentales, el germen de las futuras ilustraciones, que traduce a palabras según las convenciones propias del guión

Cabría añadir a la importancia de las imágenes, la importancia de la propia materialidad del álbum,  la calidad del trabajo editorial que encierra.

El álbum debe presentar una imagen muy cuidada, no sólo en cuanto a la calidad de sus ilustraciones, sino también respecto al aspecto estético del conjunto del libro: la maquetación, la portada, la distribución del texto y el dibujo a lo largo de las páginas son elementos importantes en la edición de este tipo de libros.

Secuenciación

Volvamos al trabajo de Annabel Martínez Zamora:

La ilustración en el álbum [ilustrado] según Durán es el “conjunto de imágenes secuenciadas siguiendo un hilo narrativo coherente, susceptible de ser leído como un relato de una cierta autonomía respecto al texto, en el caso de que lo haya.” (2007a, p. 80). De este modo, Durán señala que no todas las imágenes conforman una ilustración ya que “la característica fundamental de la ilustración se encuentra en su secuenciación, por la cual la ilustración se convertirá en una persuasiva imagen narrativa donde se interseccionan las coordenadas de las artes del tiempo y las artes del espacio”

Hemos de entender que la primacía de la imagen sobre la palabra, quizá el rasgo más distintivo del álbum ilustrado, establece que la ilustración cargue con todo el andamiaje estructural de la narración. Es por ello que sea “susceptible de ser leído como un relato de una cierta autonomía respecto al texto”.

En el libro ilustrado, el carácter subsidiario de la imagen hace de ella un islote aislado, en la mayoría de los casos, completamente prescindible.

La propia secuencialidad se destruye porque los vacíos entre ilustraciones son rellenados por el texto. El ilustrador, consciente de estas limitaciones, se empeña más en sacar la máxima capacidad expresiva a cada imagen antes que en trazar puentes narrativos entre ellas. Se preocupa más de lograr un estilo que las de coherencia estilística antes que trabajar sobre esa secuencialidad del “hilo narrativo”.

Oralidad

Esta diferencia sólo se da en los álbumes ilustrados narrativos. Éstos, sobre todo en la vertiente infantil de este formato, se han creado para ser leídos por un mediador: en general los padres o maestros hacen de intermediarios de estos textos ilustrados para los niños.

Más de El álbum como herramienta pedagógica…

Los álbumes son libros idóneos para ser leídos en voz alta, un territorio a compartir; por ello cobra especial sentido la mediación, la acción de quien se sitúa entre el objeto y el destinatario de la lectura (en este caso el niño de 6 a 12 años).

Esta no es una diferencia banal. En muchos casos el álbum ilustrado no existe como realidad completa, como experiencia hasta que no es leído por el mediador, de igual modo que el guión no existe hasta que no es rodado.

El mediador puede emplear el material que tiene delante a conveniencia, en muchos casos, sobre todo cuando lo comparte con los niños más pequeños, va a emplear las imágenes como hilo narrativo y va a usar, resumir, incluso, tergiversar el texto para “recrear” la historia adaptándola a la capacidad de atención del pequeño y, por qué no, a su grado de cansancio. Puede ir hacia atrás o hacia delante cuando se lo pida el pequeño o cuando él lo considere oportuno o va a modificar drásticamente la exposición narrativa centrándose en juegos visuales.

¿Habéis leído con vuestros hijos El árbol rojo de Shaun Tan? Yo a veces, sobre todo con mi hija pequeña, me limito a buscar las hojas rojas que se esconden en todas las páginas sin atender ni a lo que dice el texto o las ilustraciones.

Como afirma Martínez Zamora sobre el ejercicio de mediación

presupone una toma de conciencia de la naturaleza de la relación texto/imagen y una no reducción del álbum a su dimensión puramente textual.

El álbum ilustrado es sobre todo una experiencia integral a la que se llega por la multitud de caminos que propone. Cada lector crea un itinerario propio según sus ansias de libertad y de juego. El álbum ilustrado, es sobre todo juego en el que los contenidos del libro, su propia materialidad, establecen una rica y emocionante experiencia que nos ayuda a llegar más lejos, a sentir y aprender más.